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Comprendía que había creído que si yo callaba era por cansancio; y no se le había ocurrido pensar que tenía miedo a la llegada a Manderley, a pesar de haberlo deseado tanto. Ahora, cuando había llegado el momento, hubiera querido retrasarlo. Hubiera querido que parásemos en un hotel cualquiera del camino y haber entrado en él, para calentarnos junto a una chimenea anónima. Hubiera querido ser un viajero cualquiera, una recién casada enamorada de su marido, pero no, era la mujer de Maxim de Winter, que llegaba a Manderley por primera vez.
Pag 82, Debolsillo